miércoles, 2 de enero de 2019

Cuando se usa el poder de la industria para hacer, muy buenas, películas personales.

Se puede hablar mucho de ROMA, mucho y bien, pero antes de verla, hay algo a tener muy presente, se trata más de un retazo de vida que de un relato volcado al entretenimiento.

Se trata de la vida misma, contada con la intención de vivir los tiempos reales y sentir esos momentos únicos, que pueden ser tan vulgares y cotidianos como profundos.

Alfonso Cuaron, a esta altura de su carrera, es un hombre de Hollywood, lo han nominado a los Oscars por los guiones de “Y tu mamá también” (2002) y “Niños del Hombre” (2006), también ha ganado el de mejor director en 2014 por “Gravedad”, siempre, y mas allá de las temáticas, con personajes con preguntas que trascienden al propio relato.

Aquí fue mucho mas lejos, con notable sensibilidad nos muestra un tiempo en la historia de Cleo, la empleada doméstica de una familia acomodada en el DF Mexicano durante los años 70. Filmada en un blanco y negro que la hace mas histórica y sensible, alternando lo social y lo particular, con una recreación de época impecable, aunque lo que la hace única es la veracidad de los momentos.

Una sociedad y una familia con crisis, donde queda poco lugar para las propias de Cleo, pero el director lo sabe, y las calza de modo tal que nos llegan bien profundo.
Se llama ROMA por el barrio donde transcurre la historia, Roma es amor escrito al revés, y este es un notable film de amores y desamores. El de novios y matrimonios, el de amigos, y el de esos cuatro chicos con su nana, cuidadora y sostén emocional.

Alfonso Cuaron, gracias por convencer a un gigante como Netflix de hacer una peli personal, porque como solian decir en mis años de estudio de Psicolofía Social, “no hay nada mas profundo que lo cotidiano”.

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